El estrés es una respuesta del cuerpo a las agresiones del medio y a la necesidad de supervivencia. Para entenderlo mejor, se puede explicar con el siguiente ejemplo: Imaginemos, por caso, a una liebre acechada por un depredador. Los cuerpos de ambos, se preparan para la posible persecusión. Los músculos se tensan, la respiración se agita, el corazón se acelera y el cerebro empieza a segregar hormonas como la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol. En caso de que el peligro pase y no se produzca la carrera, de todos modos el conejo corre y salta. Es decir, ejecuta los actos para los que su cuerpo se había preparado. Si no lo hiciera, la tensión acumulada, y las sustancias en su torrente sangíneo, etcétera, podrían provocarle desde una úlcera hasta un paro cardíaco. Al depredador le sucede lo mismo.
En la vida urbana, el ser humano, en muchos casos carece de los recursos, el espacio físico, o simplemente no se da el tiempo para deshacerse de esas tensiones. Por otra parte la vida sedentaria, hace que el cuerpo y la mente se adapten a esta situación antinatural. Es decir, se produce un acostumbramiento y una inercia, la cual es motivo de malestar, y en casos mas severos de numerosas dolencias y enfermedades.
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